Un pilar fundamental de este intercambio fue la inmersión en la vida escolar estadounidense, a través de varios días de convivencia en la prestigiosa Sheridan School. Aquí, nuestros alumnos no solo asistieron a clases, sino que también forjaron nuevas amistades y, lo más importante, se convirtieron en embajadores de nuestra cultura. Compartieron la grandeza y diversidad cultural de México, generando un puente de entendimiento y aprecio mutuo con sus nuevos compañeros.

Este tipo de intercambios son fundamentales para el crecimiento integral de nuestros estudiantes. Al exponerse a diferentes realidades, costumbres y sistemas educativos, los jóvenes desarrollan una conciencia global crítica y empática. Aprenden a valorar la diversidad, a comprender las interconexiones entre las sociedades y a reconocer su papel como ciudadanos del mundo. Estas experiencias les equipan con herramientas invaluables para convertirse en individuos conscientes, capaces de colaborar activamente en la construcción de un planeta más justo, inclusivo y sostenible para todos.

La Fundación se enorgullece de fomentar estas iniciativas que no solo enriquecen el currículo académico, sino que también cultivan mentes abiertas y corazones solidarios, preparados para afrontar los desafíos globales y contribuir positivamente a la comunidad internacional.

¡Esperamos que esta sea la primera de muchas experiencias que sigan transformando la vida de nuestros alumnos!