Un elemento central de este encuentro fue la preparación de regalos. Cada uno de nuestros estudiantes dedicó tiempo y corazón a elegir y elaborar un obsequio especial para sus nuevos amigos. Este acto, aparentemente sencillo, encapsula la esencia de la empatía y la solidaridad, recordándonos que el verdadero significado de la convivencia reside en dar y recibir con generosidad, en comprender las realidades de otros y en tender una mano sincera.

Esta experiencia anual es una lección viva de humanidad. A través de estos encuentros, nuestros alumnos no solo desarrollan habilidades sociales, sino que también cultivan valores esenciales para generar un cambio en su contexto. Aprenden, de primera mano, la importancia de contribuir a una sociedad más justa y empática, reconociendo la grandeza en cada persona y el inmenso valor de la conexión humana.

Desde la Fundación, expresamos nuestra más profunda gratitud a las niñas y niños de Cottolengo y Huellas Continuas. Su alegría, su fortaleza y su capacidad de amar son una fuente inagotable de inspiración que nos enseña valiosas lecciones y enriquece el espíritu de toda nuestra comunidad. ¡Gracias por enseñarnos tanto!